Tras el fatídico día en el laboratorio, mi estado de ánimo se ve afectado. Le contesto mal a quién menos lo merece... aunque en realidad lo que necesitaba era algo muy distinto. De vuelta al hogar, observo una casa donde ya no vive nadie y en la cuál me refugiaba en días como éste, incluso eso hace que mi enfado aumente. En mi habitación me enfado porque alguien no supo leer lo que mis ojos gritaban. Tras un rato tirada en mi cama, decido hacer una llamada y disculparme, al otro lado... una respuesta amable. Tal vez no sepa descifrar mi mirada pero aguantó la tempestad sin un solo reproche.
Alguien se preguntará al leer esto ¿enfadada por qué?... Quién me conoce, o dicho de otra forma, para quién mi mirada no guarda secretos sabrá que no estaba enfadada, simplemente... triste.