viernes, 24 de agosto de 2007


A altas horas de la madrugada sentí la necesidad de beber agua y me levanté de la cama. Mientras caminaba por el pasillo, en dirección a la cocina, giré la cabeza inconscientemente y mi mirada fue directa hacia tu cama. De repente, la mayor de mis sorpresas. Me quedé paralizada, no podía creer lo que estaba viendo. Estabas allí, tumbada, en la misma habitación en la que te había visto otras tantas noches. Sentí la necesidad de correr hacia ti para darte el mayor de mis abrazos, ese que he ido fabricando a lo largo de los años con el amor que no pude darte. El corazón me latía tan deprisa que era incapaz de dar un paso. Cerré los ojos, respiré profundo y al abrirlos... ya no estabas. Entonces tristemente comprendí que solo había sido producto de mi imaginación.


Cuantas veces he deseado que estos últimos años hubieran sido un mal sueño, despertarme y verte sonreir. No has dejado de hacerme falta ni uno solo de los dias desde que tuviste que marcharte. Ahora se que nunca te irás demasiado lejos...


Resulta que esta noche el sueño más lindo lo

tuve con los ojos abiertos...

1 comentario:

Pablo Martín Lozano dijo...

Hay gente a la que cuando empieza a soñar despierto le viene la duda de si debería comenzar a rebuscar entre los papeles de su mesita de noche, la tarjeta de visita del psiquiatra en el que acabó su amigo marginado de la infancia. Yo sin embargo, es cuando no sueño despierto cuando la busco, porque para mí, imaginar otras vidas, otros mundos, otras realidades con los ojos bien abiertos, significa que continúo estando vivo, muy vivo.
Por lo que creo, tú eres de las mías.

Besos.