Tras un día bastante largo decidió meterse en la cama y emprender ese viaje en el que prometieron encontrarse. Era muy sencillo, solo tenía que cerrar los ojos y desearlo con todas sus fuerzas... ¿Qué era esa sensación bajo sus pies?... arena!!! Lo había conseguido, estaba en el desierto. Frente a ella una duna en la que él la estaba esperando. Se acercó lentamente, ascendió y se tumbó a su lado a contemplar las estrellas sin decir ni una sola palabra.
Eso era todo lo que ambos necesitaban, silencio, estrellas y la compañía tan mágica que esas dos almas podían ofrecerse...
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Y como si la realidad fuese entonces aquel manto negro repleto de luceros, pasaron horas y horas disfrutando de un silencio tan necesario como ausente en los últimos días de sus vidas. Ahora tenían todo lo que deseaban: paz, armonía, oscuridad, magia...
Besos. Bon Voyage
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